Es con gran alegría y emoción que te escribo esta carta para felicitarte por tu ordenación como Diácono. Este logro representa un hito importante en tu camino de fe y es un testimonio de tu dedicación y compromiso con el servicio a Dios y a los demás.
Desde que te conozco, he sido testigo de tu profundo amor por la Iglesia y tu deseo de servir a Dios de una manera especial. Tu entrega, humildad y capacidad para escuchar y guiar a los demás son cualidades admirables que seguramente te llevarán a desempeñar tu rol de Diácono de manera ejemplar.
Recuerdo cuando hablábamos sobre tu vocación y cómo compartías tus inquietudes y sueños de servir a la comunidad. Ver cómo has alcanzado este momento es motivo de gran orgullo y satisfacción para todos aquellos que te conocemos y te queremos.
No tengo dudas de que serás un Diácono comprometido y dedicado, dispuesto a acompañar a los demás en su camino espiritual, brindar consuelo y apoyo, y difundir la palabra de Dios con amor y humildad. Tu presencia en la Iglesia será una bendición para todos aquellos que te rodeen.
Quiero aprovechar esta oportunidad para agradecerte por tu amistad, por tu constante apoyo y por ser siempre una persona dispuesta a escuchar y ayudar. Sé que, como Diácono, continuarás siendo un ejemplo de generosidad y servicio para todos nosotros.
Que el Señor derrame abundantes bendiciones sobre ti en esta nueva etapa de tu vida y te guíe en cada paso que des como Diácono. Que te conceda sabiduría, fortaleza y humildad para llevar a cabo tu labor con excelencia y para ser un instrumento de su amor y misericordia.
Mis más sinceras felicitaciones, Ricardo, en este día tan especial. Estoy seguro de que serás un Diácono ejemplar y un gran embajador de la fe en nuestra comunidad.
Con todo mi cariño y admiración para mi amigo ARQUERO DE DIOS,
Tu Hijos Amparo y Armando y Toda la comunidad de La Fe Buena!